lunes, 30 de septiembre de 2013

(III) Una extraña enfermedad: el poder de Vélex

"¡Atrás, atrás!" Gritaba Hirax mientras subía la estrecha escalera de piedra chocando contra paredes y compañeros.
Cirus, que se había quedado en primera línea, aún se preguntaba qué demonios pasaba cuando se le echaron encima un grupo de seres con aspecto levemente humano, apestando a muerte y descomposición, e instintivamente levantó su escudo pues sabía perfectamente a lo que se enfrentaban: devoradores de cadáveres. Y eran demasiados.

Cómo habían aparecido, no tenía ni idea, pero por el rabillo del ojo observó la sala que daba al piso inferior de la torre y que el armario que habían colocado como obstáculo no había valido absolutamente para nada. ¿Unos necrófagos saliendo de un sótano? Ahí no debía de esperarles nada bueno.

Estaba en problemas. Normalmente uno de esos monstruos no habría sido un problema para él, pero eran cuatro y para colmo estaba bloqueando el paso a sus compañeros.
Desvió un par de golpes, atacó con su maza a uno de ellos, observando cómo su arma emitía un reflejo rojizo, apagado pero claro síntoma de que era el mejor aliado que tenía en esos momentos contra el enemigo. Y lo sintió. El dolor era insoportable y curiosamente quemaba. Uno de esos seres había encontrado un resquicio en la armadura del brazo y mordía con odio. Ahora sí que estaba en problemas.

Trató de resistir pero era imposible. Rápidamente empezó a dejar de sentir cada parte de su cuerpo y observó impotente cómo quedaba paralizado, sin poder moverse, mientras los ojos inyectados en sangre de los ghoules parecían expresar triunfo. La comida estaba servida.

Dustin acudió con su espada y empezó a lanzar estocadas sin éxito y corriendo la misma suerte que
Ilustración del Códex La Marca del Este
Cirus. Detrás apareció Eelasom con su bastón, tratando de atraer la atención de los necrófagos, mientras que Hirax hacía también acto de presencia buscando un enemigo al que abatir. 
Esos monstruos no eran tontos, apartaron tanto a él como al inmovilizado Dustin a las sombras para dar cuenta de ellos más tarde, y se enfrentaron a sus compañeros.

El cariz que tomaba la situación era desalentador. Sin el espadón de Yara con ellos y él completamente fuera de juego, la supervivencia de Eelasom, agotado tras un día de exploración y Hirax, que aún lucía escarcha en la cara tras haber soportado de milagro el poderoso conjuro de protección de la sala de arriba, estaban en serio riesgo, por lo que se encomendó a Vélex y rezó una muda oración.

No sabía si su dios le había oído o es que los efectos de la parálisis comenzaban a disiparse, pero conforme fue sintiendo fuerzas se colgó lentamente la maza al cinto, agarró el medallón que le colgaba del cuello y, primero casi en un susurro y después con una voz que sonaba como un trueno, invocó el poder necesario para expulsar a los necrófagos, que asustados y sorprendidos huyeron despavoridos ante las palabras del clérigo:

-¡Oh Vélex, invoco el poder que me has otorgado para devolver a la sombra esta amenaza. Yo te lo pido, concédemelo para seguir combatiendo ante un nuevo día!

Cirus sabía que volverían. Una vez que han probado su presa no la olvidarían. 
Agarró de nuevo el mango de la maza, con rabia y miró hacia la puerta por donde habían huido hacia el exterior. 
La próxima vez no le sorprenderían ni dejaría cabos sueltos".

El viernes tuvimos nueva sesión de rol. La principal novedad fue que hicimos uso de las maravillosas piezas de DungeonSpain.
Aunque somos vetustos y sabemos lo que es convertir un trozo de papel o pizarra blanca en un peligroso Dungeon en nuestra imaginación, el ver sobre la mesa, entre fichas, cervezas y dados, las habitaciones de la torre en tres dimensiones, gracias también a las piezas del maravilloso juego de mesa Descent: journey in the dark, fue estupendo y lo pasamos en grande, a veces más pendientes y entretenidos con el montaje que con la partida en sí.

Hyrax, en plena exploración

Esta semana estamos pendientes de que nuestros compromisos nos dejen un rato (o no) para continuar con la aventura y seguir explorando la Torre de Acbar.

viernes, 27 de septiembre de 2013

(II) Una Extraña Enfermedad: la torre de Acbar


"Hirax no las tenía todas consigo. Observaba la torre, negra y sombría, sin ventanas y vieja, muy vieja, como el dedo de un esqueleto apuntando hacia arriba, y en ese momento tuvo la absoluta certeza de que nada bueno les esperaba ahí dentro.

Echó un vistazo atrás. Escondidos entre los árboles distinguió a Cirus y Eelasom. Dustin se había retrasado unos metros para comprobar que nadie ni nada les seguía tras el desafortunado encuentro de la noche anterior. El combate contra aquellos monstruos de innumerables patas aún le hacía estremecerse. 


Después de tantos días caminando por un bosque sin luz, con las copas de los árboles cubriendo el cielo, el encontrarse de pronto en ese claro con la torre como única edificación en un islote de árboles talados le producía una gran inquietud.

Por eso se acercaba a paso lento, mirando atentamente el suelo sin querer producir ni el más mínimo ruido, lo que consiguió, ya que llegó a la fría piedra de la torre sin ser descubierto. Al menos eso pensó al mantenerse la escalofriante inquietud. 

Espalda contra pared fue avanzando poco a poco, atento a cualquier ruido, hasta que llegó a la puerta, en donde vio el cadáver.

Le sorprendió ver que estaba carbonizado, en una postura imposible, y a su alrededor sólo había trozos de madera negra, esparcida por aquí y por allá, ante la única entrada a la torre.
Sus ojos expertos observaron el cuerpo. Pudo distinguir a duras penas el roble bordado en su pecho, y no le cupo duda que era uno de los miembros de la expedición de Robleda que se había adentrado en el Bosque de las Arañas.

Tras echar un breve vistazo al interior del edificio, sólo vio un pasillo negro, y al tratar de oír algún sonido no logró apreciar nada, por lo que a base de gestos llamó a sus compañeros, que se acercaron haciendo más ruido del que él hubiera deseado.


Cirus, con su maza bien agarrada, observaba alrededor mientras Dustin intentaba buscar en el suelo alguna pista de lo que pudiera haber ocurrido. Eelasom miraba atentamente el cadáver y después a la puerta, brotando de sus labios, como un susurro, la respuesta a la pregunta de qué había ocurrido con ese pobre infeliz: "magia".


Sobresaltados ante las palabras del mago, todos se observaron atentamente y, como siguiendo una señal invisible, miraron hacia el interior de la torre.

Los horrores vividos en el Bosque no eran nada con lo que les esperaba en el interior de la torre del hechicero Acbar".

Esta noche jugamos la segunda de las partidas del módulo de Una Extraña Enfermedad. Para esta ocasión la guerrera Z. volverá a estar ausente, por lo que B., J. y A. se las tendrán que ingeniar de nuevo con el PNJ Dustin para salir lo mejor parados posibles. Tras sufrir muchos daños contra las arañas y los ciempiés gigantes del viernes pasado, lo verdaderamente 'bueno' llega ahora.



lunes, 23 de septiembre de 2013

(I) Una extraña enfermedad: el Bosque de las Arañas


"Cirus maldijo entre dientes y pronto pidió perdón a Vélex por su impertinencia, rezándole una plegaria rápida para justificarse.
Además del calor horrible y húmedo que soportaban desde hace un par de días, y de haber caminado casi en la oscuridad siguiendo las indicaciones de Dustin, poniendo su vida en las manos de un chaval al que no conocía de nada una semana atrás, este lugar le daba más mala espina que el resto desde el principio, justo cuando en el silencio total del bosque lo único que se oyó fue el crujir de la calavera reseca en su pie.

Desde entonces caminaban bien juntos, atentos a todo lo que les rodeaba, siempre con la sensación de que les observaban miles de ojos sin párpados, gordos y repugnantes, bien agarrado a la maza y al escudo, y sin querer optar por coger el amuleto de su dios y rezarle pidiendo un milagro.

Pero no. Para eso se había preparado dese niño en el templo, para combatir el mal y sus criaturas. Unos se inclinaban por la oración y otros, los seguidores de Vélex, por plantarle cara y destruirlo.

Pero por mucho que intentaba pensar, no acertaba a recordar cómo se combatía contra ese monstruo que bajaba lento, desde el techo del bosque, como un horror que brota sin avisar desde la peor de las pesadillas.

Había vistos arañas grandes, sí, y las había combatido, pero esa que descendía con una seguridad espantosa colgada de una telaraña gorda como el cabo de un barco era enorme, y sus ojos rojos como la sangre y su boca que rezumaba un veneno denso, azulado, no le inspiraban la más mínima confianza.

 Echó un vistazo atrás, a sus compañeros. Tras un rápido análisis sin duda era Eelasom el que tenía peor cara. Era un genio, nadie lo dudaba, un erudito y sus conocimientos eran muy bien recibidos tras la caída en desgracia de Eleor en la mina de Rhaymir. Pero pocas veces había salido de la biblioteca y se agarraba a su bastón como si esperase que le ayudara a huir de ahí cual escoba de bruja de cuentos.

Hirax, por contra, se aferraba a su ballesta y miraba a la araña con más curiosidad que terror. A pesar de su juventud había vivido ya situaciones desesperadas, como en la torre del Gran Pantano, en donde colgó casi inerte de una guadaña que le atravesó el costado, y también había 'saboreado' el veneno de araña en Rhaymir, que aunque no le mató si le dejó secuelas por todo su cuerpo y ánimo.

Suspiró. Echó de menos más que nunca a Yara, pero sobre todo a su espada. La primera vez que la vio pensó que no era apropiado que una mujer fuera el brazo fuerte del grupo. Sin embargo, decenas de víctimas después (aún recordaba cómo de un tajo acabó con el terrible jabalí sobre el que montaba un sorprendido Diente de Lobo, el gran trasgo de la compañía del Ojo y la Daga) se había vuelto de total confianza, y de ahí el desasosiego por su ausencia.


¿Y Dustin? El pobre infeliz colgaba de la tela de araña y se debatía inútilmente contra la trampa mortal. Estaba acabado. Puso un precio alto por acompañarles, pero apostaba a que en ese momento pensaba que no el suficiente. El horrible ser, que ya había tomado tierra, se acercaba a él y parecía saborear el momento con sus ojos inexpresivos. Adiós Dustin.


Ni mucho menos. Cirus agarró fuerte la maza, miró a sus compañeros y se lanzó contra la araña gritando para apagar su miedo y evitar que el monstruo comenzara a masticar a Dustin. No sabía si sus compañeros le seguían, o si Yara sabría alguna vez qué había ocurrido con él en el Bosque de las Arañas. Sólo esperaba que, al menos, fuera digno de ser recibido por Vélex en la eternidad".



Saludos cordiales. Aquí comienza la andadura de este blog formado por unos amigos que disfrutamos
con el rol como medio para vernos algún fin de semana que otro para aparcar la verdadera aventura, la de la vida.
Pero no todo ha de ser trabajo, recibos, ir a la compra, mantener la casa o llevar el gato al veterinario. No. El rol es una medida para darnos un respiro, y en ello estamos.

Tras el 'parón' del verano hemos vuelto a la carga. Tras años sin sentarnos en una mesa de juego, los amigos de Aventuras de la Marca (editado por Holocubierta Ediciones) del Este hicieron acto de presencia con su juego bajo el brazo.

A., que había dejado el rol de lado, quedó entusiasmado por encontrarse con este 'remake' del juego que disfrutó en su infancia, mientras que en el caso de J. y B. (curiosa combinación) llevaban tiempo esperando volver a tirar dados. En el caso de Z., aunque el principio fue más por fidelidad a D., el que suscribe en estos momentos, finalmente se ha dejado llevar por el entusiasmo como el resto.

Esto es un blog de amigos. No somos expertos de nada, y sólo queremos compartir nuestras partidas con vosotros, con un poco de literatura en contadas ocasiones, como la de arriba, correspondiente a nuestra primera partida de la temporada, la cual dejamos a medias (una fan-aventura tomada del Codex de la Marca).


De hecho este blog está arrancando. Todo es temporal, y no nos marcamos metas, sólo disfrutar del día a día y sobre todo del rol.