miércoles, 6 de noviembre de 2013

Una extraña enfermedad (V): El final

"Cirus alzó el escudo justo a tiempo para oír el chirrido de las garras sobre el acero, un ruido largo, interminable, mientras hacía acopio de toda su fuerza para soportar la embestida.

Agarró bien la maza y lanzó un golpe salvaje sobre la criatura, alcanzándola en pleno rostro (si a eso se le podía llamar así). Su chillido de dolor y la sangre negra que le salpicó la cara fue reconfortante: si sangra puede morir, era su lema en este mundo infectado de monstruos.

Había sido un camino muy largo para llegar ahí. Su cuerpo, surcado de heridas, así lo atestiguaba, pero sobre todo la muerte de Dustin, un joven lleno de vida que había dado su último aliento hasta el final, le daba fuerzas para no hincar la rodilla ante el horror que tenía enfrente.

El demonio que había acabado con un mago tan poderoso como Acbar no era tan temible como había sospechado, aunque sin duda era peligroso, sobre todo por llegar desde el plano de la enfermedad, tal como había dicho Eelasom tras estudiar las notas del hechicero. 

Ahí volvía. Tras recuperase del golpe la criatura reanudaba el ataque. Era alta como un humano, con alas de ave pero completamente negras y corruptas. Sus patas, como las de un reptil, tenían las rodillas hacia atrás, y unas largas garras, antinaturalmente largas, rezumaban un líquido viscoso que al caer en la hierba la convertía en un punto marrón, muerto, al instante. Su cara se asemejaba a la de un buitre, pero de un color grisáceo y con una boca llena de colmillos bajo una mirada de ojos rojos y que parecían albergar odio y rabia.

Cirus buscó la iniciativa para sorprender pero fue un error, ya que golpeó en el vacío y el demonio, rápido y letal, le desgarró el costado de arriba a abajo.
Dio un paso atrás y echó un vistazo a la herida, pero no era tan grave como temía. Lo peor llegó después.
Notó como las fuerzas le fallaban, ya que un intenso malestar comenzó a apoderarse de su cuerpo y sentía como si le atravesarán la espina dorsal con un hierro incandescente.


Una foto de la partida

Casi perdió el conocimiento, pero para momentos como ese le había preparado el maestro Domus en el templo de Velex de Robleda, por lo que tras un instante de plena concentración y una plegaria pidiendo fuerzas para combatir el mal, notó como la nube roja que comenzaba a ver ante sus ojos se disipaba, justo a tiempo para apartar con su escudo al demonio, que volvía a acabar con el trabajo que había empezado.

Un momento de desconcierto el de aquella criatura que fue aprovechado por Hyrax, que había sabido esperar su momento para, deslizándose hábilmente en medio del combate, clavar en el estómago del ser su daga y desgarrarlo de abajo arriba, dejando a la criatura convulsionándose en el suelo hasta quedar inerte y convertirse en ceniza.

Hace un par de semanas volvimos a las andadas con nuestra partida. Por fin se acabó el módulo de la 'Extraña Enfermedad', diseñado para una sesión pero que nos ha durado cinco, ya que nos tomamos el rol con calma, explorando cada rincón y charlando entre espadazo y espadazo.

Ahora, nuevamente, tendremos otro 'parón', mínimo, hasta la semana que viene, ya que nuestro amigo Cirus se encuentra en la mayor de las aventuras, su 'luna de miel'.

La próxima aventura será Ig-Nagor, del maestro El Contemplador. Una aventura que al que suscribe le gusta especialmente. 


Portada del excelente módulo